sábado, 23 de abril de 2011

Doctor, doctor...

Estos días he estado viendo (entre otras cosas) a tres doctores, todos ellos con su particular lengua incisiva, aunque sólo dos realmente maleducados. Los tres buscan, a su manera, la verdad, tras las mentiras, los síntomas, los comportamientos o los gestos. Y aunque sus respectivas series son americanas, los tres actores que los interpretan son del Reino Unido.


Empiezo con el Doctor Cal Lightman, un experto en microexpresiones, capaz de saber casi con total seguridad cuando mientes u ocultas algo. Terminada la (decepcionante y reducida) tercera temporada, mi impresión es que Lie to me sigue dando tumbos.

La serie empezó siendo muy prometedora, otra vuelta de tuerca sobre el típico procedimental, pero con una ventaja evidente sobre sus compañeras: dada la naturaleza y el método de investigación (no se trataba de un grupo de detectives o agentes de la ley, sino una asesoría científica), no tenían por qué limitarse en absoluto a los típicos crímenes de sus hermanas de género, pudiendo centrar episodios en investigar adulterios, espionaje industrial, etc. Vamos, cualquier cosa en dónde quepa la mentira; o lo que viene a ser lo mismo, cualquier cosa. Más tarde se establecerían vínculos con las fuerzas de la ley que llevaron la serie de vuelta al redil policiaco, pero la incorporación de Shawn Ryan (creador de The Shield) aportó gran energía y algunos de sus mejores episodios. Pero poco después, y más con la salida de Ryan, el tratamiento se resintió, y hemos llegado a tener episodios verdaderamente muermazos.

Y el último episodio existente es un buen ejemplo de lo que es la serie: un inicio intrigante, pero sin pasarse, y una trama que va diluyéndose según avanzan los minutos. Lo mejor, últimamente, suelen ser los intercambios dialécticos entre Lightman y su hija, el único personaje capaz de enfrentarse a él episodio tras episodio sin quemarse.

Ahora la serie está en la cuerda floja (o en la burbuja, como lo llaman los anglosajones), esperando al mes que viene para saber si será renovada o no. Yo apuesto porque será cancelada, aunque no me importaría ver más de los malos modales de Cal; eso sí, de ser renovada, más les vale que busquen un rumbo más definido, no vaya a terminar estrellándose por completo.


Vamos ahora con otro doctor que no se corta en decir lo que piensa, el Doctor Gregory House. En algunos aspectos, Lightman es otro House, más desagradable, pero también más sociable, ambos expertos en lanzar afilados cuchillos verbales y amantes de los métodos poco ortodoxos para alcanzar sus fines. Alguna vez me he preguntado cómo sería un crossover Lie to me/House, y de hecho, el otro día me enteré de que, en EEUU, Fox emite ambas series una tras otra el mismo día, así que no sería tan descabellado.

House sigue como de costumbre, alternando episodios rutinarios con otros cuando menos inusuales. Recientemente he visto uno de cada, correspondientes a la mitad de su 7ª temporada, y si bien el "episodio diferente" me ha gustado bastante, noto ya cierto cansancio en la serie. Supongo que habrá quien siga poniéndola por las nubes semana a semana, pero cada vez estoy más convencido de que la serie sería mucho mejor si redujesen el número de episodios por temporada y, con ello, aumentasen la carga dramática y la continuidad de las tramas. De hecho, mi temporada favorita fue aquella cercenada por la huelga de guionistas, reducida a "sólo" 16 episodios, con una primera mitad envuelta en un juego de eliminación a lo reality, lo que fue un cambio de ritmo muy agradecido por mi parte, y una segunda parte sin tiempo para aclimatarse al cambio antes de desembocar en un final devastador.

En resumen, pido menos procedimental y más de esos destellos con los que de tanto en tanto nos sacude. Aunque supongo que entonces sería otra serie, y al fin y al cabo, sigue siendo la misma que hace 7 años. Han cambiado cosas, han pasado distintos ayudantes por su equipo, ha tenido sus pequeñas némesis, y ahora hasta es más humano. Pero cambie lo que cambie, pasados unos episodios sigue dando la sensación de que es más de lo mismo. Al menos es un "mismo" bastante bueno, pero ¿cuanto tiempo más puede seguir y seguir sin romperse? CSI sigue ahí más de una década después, pero no creo que sea un ejemplo del todo comparable, por su estilo más coral y con más peso en los casos que en los personajes.

Por lo que sé, House aún no está renovada, pero estoy convencido de que seguirá la próxima temporada. Por otro lado, hay actores que terminan contrato, y aunque puede ser un problema, quizás el perder (o ver reducida la presencia) de algunos de ellos, pueda ser el empujón que la serie necesita para reciclarse y seguir en lo alto sin llegar a cansar.


Y con esto llegamos al doctor más sereno y distinto de los tres, el Doctor Paul Weston, y su En Terapia (In Treatment). No es irreverente como los otros dos, aunque una frase suya puede golpearte igualmente... con la fuerza de una verdad revelada, de un acertado análisis del alma y de la mente humana. No tiene por detrás un equipo al que maltrate psicológica o verbalmente, aunque su familia (los principales secundarios de la serie) tampoco es que esté muy encantada con él. No es una serie muy comercial, sino de esa cadena de cable que nos trajo otras joyas como The Wire o Band of Brothers.

La serie, para quien no la conozca, se basa en las sesiones de un psicoterapeuta con sus pacientes. En capítulos de apenas 20-25 minutos, a razón de cinco semanales, vemos, en los episodios del lunes al jueves, cuatro de estas terapias (de los mismos pacientes cada temporada), y una quinta sesión los viernes en la que es el propio Paul el que se enfrenta a su propia terapeuta ("¿Cómo voy a ayudar a mis pacientes si mi vida es una mierda?", le dice en cierta ocasión). Aquí el doctor también es el paciente.

En los últimos días me he visto ya una veintena de los 35 episodios (7 semanas) que conforma la segunda temporada de esta serie. Sé que no debería, además por lo emocional que estoy últimamente, pero... me puede el ansía.

Y eso que esta segunda temporada no me está fascinando tanto como la primera. Quizás influya mi estado anímico, desde luego, pero también se da el caso de que los personajes me parecen una mera evolución de los de la temporada anterior: Mia es una especie de Laura frustrada del pasado de Paul, la mezcla de fuerza y fragilidad de April me recuerda a una Sophie más madura y con......., luego tenemos al duro y eficiente ejecutivo Walter cubriendo el puesto del duro y eficiente militar Alex, y la pareja en crisis que formaban Jake y Amy ahora se llaman Luke y Bess y tienen un hijo (de hecho, en la serie en la que se basa, la israelí BeTipul, el matrimonio repetía en la segunda temporada). La analogía no funciona todo el tiempo, desde luego, pero es la sensación general que me crea, y todos los personajes tienen algún detalle puntual de su antecesor... las dos primeras hasta comparten día de consulta.

Por lo demás, la serie sigue plagada de intensos y excelentes diálogos, de frases profundas, en ocasiones reveladoras de cómo un comportamiento en realidad puede significar algo distinto a lo que pensamos en un principio, y la mayoría de las sesiones siguen siendo duelos interpretativos dignos de aplauso. Y aún me queda la recta final, cuando se supone que los sentimientos reprimidos estallarán con más fuerza, embargándome de emociones y, quizás, en momentos de auténtica catarsis.

Sobre esta serie ya no puedo hablar de su continuación o no. Se acabó en diciembre con la conclusión de su tercera temporada, que espero no tardar en ver. Según se dice, el propio Gabriel Byrne no quiso continuar, debido al esfuerzo emocional que le suponía el papel.

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