jueves, 7 de abril de 2011

Último aviso sigue sin quemarse

"Me llamo Michael Westen, y era un espía hasta que..."

Con estas palabras comienzan todos los episodios (salvo el piloto) de Burn Notice, conocida en España como Último aviso. Que ya podrían variar un poquito esa introducción, adecuándola un poco a los pequeños cambios que van teniendo lugar a lo largo de las tres temporadas que llevo vistas, en lugar de limitarse a añadir un par de imágenes espectaculares aquí y allá.

El planteamiento es el siguiente: un ex-espía despedido (o como dicen en su argot, quemado) por su agencia intenta averiguar el porqué de su "jubilación anticipada", y mientras tanto, respaldado por su ex-novia y un antiguo amigo (el mítico Bruce Campbell), se dedica a aceptar diversos trabajillos, principalmente ayudando a personas en apuros por culpa de una amplia variedad de gentuza, desde estafadores y pandilleros hasta traficantes de todo tipo. En este sentido, la serie es una actualización de elementos de "clásicos" como El Equipo A y McGyver. De la primera, tenemos a este grupito fuera de la ley que por mucho armamento que usen siempre procuran no matar a nadie, y del segundo, la amplia variedad de gadgets que Michael fabrica para sus misiones.

Con estos antecedentes, lo extraño es que en más de un medio de comunicación he leído que la tildan de "remake de Superagente 86" (??). Ciertamente, me gustaría saber el origen de este despropósito. Si bien Burn Notice tiene un tono ligero, desenfadado, que la emparenta también con otra serie más reciente, Escudo Humano (Human Target), no hay ni rastro del agente Maxwell Smart en el señor Westen. Ni esto es una parodia como lo fue aquella serie, ni hay zapatófono o el menor atisbo de parentesco alguno entre ambas historias, aparte de que ambos personajes han tenido el mismo trabajo. Pero entonces, House sería un remake de Doctor en Alaska, ¿por qué no?

Acabo de terminar la tercera temporada, y en términos generales ha sabido conservar el ritmo, sin mostrar agotamiento, demostrando que le queda cuerda para rato. No en vano hay dos temporadas más y una TV-movie en camino. Me encanta la serie, con todas sus señas de identidad, como esos cartelitos cargados de humor con los que identifican a los personajes, o la voz en off de Michael a modo de clases prácticas sobre cómo es ser un espía. Me gusta su ambiente de Miami claramente identificable, así como las pequeñas grandes dosis de acción de cada episodio, y esa filosofía de acabar con los malos recurriendo más a la astucia que a la tortura, evitando en la medida de lo posible el enfrentamiento, y mucho menos matar a nadie (lo cual no quita para que de vez en cuando haya algún cadáver).

Pero, pese a todo, hay dos detalles que me chirrían. Y no me refiero al esqueleto andante que es Fiona, que al menos a mí no resulta nada atractiva (en serio, muchas veces no puedo apartar la vista de los tendones de su cuello, y eso que Gabrielle Anwar en los 90 sí me gustaba).


A PARTIR DE AQUÍ, LIGEROS SPOILERS HASTA LA TERCERA TEMPORADA


Por un lado, tenemos una trama de fondo presente en todos los episodios, pero que en esta tercera temporada ha empezado a volverse repetitiva: Si bien la segunda temporada, con sus vaivenes y conflictos entre los personajes de Tricia "Galactica" Helfer y Michael "Stargate" Shanks, estuvo muy interesante, su final auguraba un cambio de ritmo, con la amenaza de enemigos del pasado de Michael tratando de vengarse. Y sí, alguno ha aparecido, pero ha habido incluso más viejos conocidos de la serie que caras nuevas para nosotros de su pasado como espía.

En cambio, se ha repetido el mismo esquema: resolvemos el "caso" de la semana mientras lidiamos con un "jefe" que me manda hacer una serie de cosas con la promesa de devolverme el estatus de agente. Todo se hizo aún más evidente cuando, al terminar la primera parte de la temporada, Westen mató a su actual "jefe", para dos episodios después tener otro nuevo. Más de lo mismo. Y aunque los casos de la semana suelen estar de lo más divertidos (mención especial el episodio 3x11, "Fuego amigo", con Michael interpretando al mismísimo Diablo), la sensación de que la trama de fondo da vueltas en círculos debería tener un límite. Esperemos que el pequeño cliffhanger con el que termina la temporada suponga, esta vez sí, un nuevo rumbo para la historia.

Por otro lado... la madre. Vale, sirve como un lugar seguro, como colaboradora ocasional en los casos, como refugio/trama secundaria lejos de la vida criminal en otros, pero a veces actúa como mera comparsa, y su personaje da la impresión de que merodea sin más por el relato, tal vez tan sólo para recordarnos que Michael tiene una familia que puede estar en peligro si no hace lo que le mandan, pero un peligro que nunca siento que se llegue a materializar del todo, por muchas veces que hayan tenido que huir de la casa. Lo cierto es que a mí personalmente me sobra muchas veces su personaje. No digo que tenga que desaparecer, sino reducir su papel a lo necesario, puesto que hay episodios en los que parece que está sólo porque sí. ¿A qué venía lo del premio por ser buena ciudadana? Un par de chistes, un conflicto madre-hijo simplón (como todos los que han tenido, ¿no?), y nada más.

Pero bueno, ambas pegas son secundarias al disfrute de momentos como estos. ¡Y de poder ver regularmente al gran Bruce Campbell, claro está!

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