viernes, 27 de abril de 2012

Otra ronda de comienzos

Hay gente que asegura una y otra vez que la medida de una serie es la temporada, pero aquí el que escribe, en parte por el enorme número de series que me llaman la atención, y en parte por mi condenado completismo, no me permito darle tanto margen a una serie, menos aún ahora que he reducido mi ingesta de diversión catódica, y menos aún con las series de veintitantos episodios. Hablando en términos generales de las series norteamericanas (las europeas funcionan de forma distinta), tampoco me limito a ver el piloto, salvo en aquellos casos que este me da tan malas vibraciones que paso, sino que más bien veo los dos primeros episodios, a poder ser seguidos.

Y es que en no pocos casos, un primer episodio prometedor se queda en agua de borrajas una vez puesta en marcha la maquinaria, y en muchos más, al piloto le falta o le sobra algo que cambian de cara al resto de la serie. Así, es bastante normal ver que en el segundo episodio añaden o quitan personajes (Raising Hope, CSI), que cambian las oficinas o donde quiera que pasen la mayor parte del tiempo (Alphas), que varían detalles del tono o la trama de la serie (cambios de apellidos, relaciones entre los personajes, aparición de subtramas...), o incluso cambios en la tonalidad de las imágenes (como pasó con House). Por ello, considero que el piloto normalmente no es suficiente para valorar lo que la serie va a ofrecer, y a partir de ahí dejo a mi instinto que decida si seguir o no, y lo cierto es que acierta la mayor parte del tiempo, el jodío.

Así pues, vamos otra vez con más estrenos probados en las últimas semanas, en mi particular modo express:

Awkward, o la enésima serie de instituto que va de diferente: demasiado teen y demasiado poca mala leche. A la papelera.

Forbrydelsen / The Killing: vi con un día de diferencia los dos primeros episodios de ambas series, y el primero es casi un calco, cambiando ligeramente detalles, como la edad de los críos, y obviando algunas escenas, seguramente porque la danesa dura un cuarto de hora más por episodio. En el segundo ya empiezan a notarse más las diferencias... veré ambas, aunque me ha atraído más la original, por esa cercanía tan europea.

Touch: una actualización de series buenrolleras, de ayudar a la gente, como fueron Autopista hacia el cielo, Tocados por un ángel o Edición Anterior, sustituyendo el elemento mágico o angelical de aquellas por un niño autista que "ve" las pautas y patrones que nos conectan... lo cual podría considerarse, al fin y al cabo, otra forma de llamar a la magia (no viene del todo al caso, pero esto me recuerda la famosa cita de Arthur C. Clarke: "Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia"). Por cierto, ya podía Kiefer Sutherland haberse puesto gafas, dejado perilla, habituado a llevar camisetas chillonas, o algo... para este nuevo papel, porque no dejo de ver a Jack Bauer en él. Si a esto le sumamos detalles que su creador, Tim Kring, ha trasplantado casi tal cual de su anterior serie, Héroes, queda un batiburrillo interesante, pero que puede cansar muy rápidamente. Quizás le vendría mejor más continuidad...

Terra Nova: un primer episodio (doble) interesante, uno a continuación que no estaba mal, pero... el cuarto me hundió. Ya desde la escena inicial, con su cueva de cartón piedra, la forma de estar rodada y el desarrollo de la misma, me pareció estar viendo un episodio de SeaQuest. En serio, han clavado perfectamente la esencia de aquella serie... lo malo es todo lo que ha llovido desde entonces, y que en una serie nueva no juega el factor nostalgia, menos cuando no hablamos de una serie particularmente notable en su momento (recuerdo grabarla, para luego quedarme sólo con los dos o tres episodios que merecían la pena). Pasan los días sin que me apetezca seguir, y ganas me dan de saltar al último episodio para ver en qué dejaron la cosa antes de la cancelación.

The River: ocho episodios, cancelada, argumento misterioso e interesante... es una serie que parecía perfecta para un maratón de fin de semana. Salvo que el primer episodio me dejó tan frío que ni vi el segundo. Mi completista interior me dice que siga, pero me da una pereza enorme.

Raising Hope: de lo mejorcito que he visto este año. Lo peor de esta serie es que ha desplazado a The Middle como la comedia disfuncio-familiar que me apetece ver en este momento. Bueno, también me parecía mala la secuencia de créditos, pero pasados unos episodios, la recortaron a la mínima expresión. Ritmo rápido y ligero, dilatando la barrera entre el absurdo y lo humano, oscilando entre momentos gamberros y otros más sutiles, con generosos puntos de humor... y desde luego, Hope es adorabilísima.

XIII: una ensalada de tiros, hostias y conspiraciones muy de manual, aunque con un par de ambigüedades, y algo escasos de adrenalina (¿habrá dejado 24 el listón muy alto?). Se queda en reserva, para cuando apetezca pausar el cerebro.

Pan Am: creía que no me iba a gustar, pero me ha sorprendido gratamente esta historia de azafatas y pilotos de los años sesenta, aunque chirrían algunos detalles (y no, no me refiero a los chromas, que también). "He disfrutado de cada momento", dice una de las protagonistas acerca del año, 1963, que se acaba... cuando hace poco más de un mes que han asesinado al Presidente Kennedy. ¡Insensible!

La Tapadera: hombre, mal no está, pero la dicotomía entre esos comienzos y finales de episodio tan frenéticos con ese remanso de paz que es el resto del episodio, me temo que va a terminar jugando en su contra. Se nota que han intentado repetir la estructura fragmentada de Damages, sólo que en aquella no había un evidente "caso de la semana" que lastrase y retrasase la trama principal.

El misterio de Ángela: un policíaco cancelado hace años, me puse con él por si me encontraba con una de esas series que no merecieron el hachazo, pero qué va... personajes y casos simplones, y poco interés por acabar sus apenas trece episodios. Otra que adios.

lunes, 23 de abril de 2012

Espejo, espejito negro...



No sin retraso, como no podía ser de otra manera viniendo de mí, paso a analizar esta ¿miniserie? británica tan alabada por la crítica, pero que a un servidor, pese a no disgustarle, no le pareció para tanto. ¿Tan escasos andamos de buenas propuestas que a la mínima que alguien se sale de lo habitual ya hay que encumbrarle? ¿O es que me he vuelto demasiado exigente? De hecho, Charlie Brooker, el autor de esta obra ya fue (en mi opinión, claro está) excesivamente alabado por un trabajo anterior, Dead Set, aquella miniserie que mezclaba una plaga zombie con el programa Gran Hermano, pero en la que una vez asimilado el planteamiento te quedabas con un relato más de muertos vivientes, incluso con un final que se me antojó demasiado absurdo incluso teniendo en cuenta los descerebrados que frecuentan ese reality.

En este caso, nos encontramos con tres episodios, tres historias completamente independientes que hablan de tecnología, pero también de las personas que la usamos, y que son más interesantes por las ideas que plantean que por lo que realmente cuentan con ellas.



The National Anthem (El himno nacional)


La historia menos futurista de tríptico, tanto que podría suceder hoy mismo y me es imposible considerarla de ciencia-ficción. Un secuestro, una petición de rescate extravagante, y el (esperemos) imparable mundo interconectado a través de internet como punto focal que impide que el gobierno resuelva las cosas "a la antigua", en secreto, pero que a la vez dificulta la resolución. Videos virales, comentarios en redes sociales, periódicos online... cosas que algunos ya conocemos en mayor o menor medida como parte de nuestro día a día, en un relato que evidencia que las reglas del juego de la información han cambiado, todo ello mezclado con la fascinación morbosa tan propia del ser humano por mirar incluso lo que nos repugna. Intenso en términos generales, peca no obstante de varios bajones de ritmo (ese innecesariamente largo asalto del equipo de rescate...), por no hablar de un final un tanto abrupto, que dificulta asimilar lo sucedido en los últimos compases. No obstante, es casi con seguridad el mejor de los tres episodios.



15 Million Merits (15 millones de meritos)


Mi episodio favorito, una distopía en la que los trabajadores (¿casi toda la población? ¿sólo la clase obrera?) viven y trabajan en el mismo microuniverso automatizado, una suerte de Gran Hermano no tan diferente de nuestro día a día como pudiese parecer, sustituyendo el dinero por créditos (los "méritos" del título) que van ganando según su rendimiento creando energía, para gastarlo a continuación, o al mismo tiempo, en comida, pasta de dientes o entretenimiento, día tras día tras día, casi todo el tiempo delante de una pantalla. Es una historia sin grandes sorpresas, pero bastante conseguida, a la que en ocasiones le faltaría algo de sutileza, que mezcla ese ambiente de alienación del individuo con una evidente crítica de la mal llamada telerrealidad, a través de concursos en los que humillan a gente obesa, o programas que con la excusa de buscar talentos se ceban con los aspirantes a estrellas (recordemos el éxito en España de Risto Mejide).

Un detalle: tras la cámara está Euros Lyn, el director de esa maravilla de la ciencia-ficción que fue la miniserie Torchwood: Children of Earth.



The Entire History of You (La completa historia de ti)

El más flojo del trío. Me dio la impresión de estar viendo un episodio de The Outer Limits alargado, y salvo por el CGI, bien podría haberse hecho hace treinta años, uno de tantos relatos en los que simplemente cuentan la historia minimalista/melodramática que quieren a través de un único "avance" tecnológico, pero dejando el resto del mundo igual. Toda la tecnología que vemos se basa en el Grain, no hay más, los jefes siguen escribiendo en papel, las cocinas, los coches, tienen pinta de no haber cambiado en nada, incluso hay un cierto ambiente retro. Tampoco es que pida que recreen un mundo entero (como casi parecía hacer el anterior episodio), bastaban pequeños detallitos aquí y allá que me hiciesen más realista ese mundo. Yo qué sé, pagar a la niñera con una transferencia electrónica, que los jefazos usasen tablets para la revisión, ALGO. Pero es que si mi implante no me falla, la tecnología más moderna fuera del Grain (y este concepto incluye los televisores) eran los bolígrafos.

Luego están algunos detalles que me fuerzan a llamar vago y tramposo el guión. Por ejemplo: la excusa barata y forzada de dejar a la niñera para tener un "testigo" a la mañana siguiente. O lo de los rebobinados en el control del aeropuerto. ¿Qué pasa con los que no tienen Grain? ¿No pueden volar, hay otra fila para ellos...? Me hubiese gustado saberlo, y bien podrían haberlo comentado aunque fuese de pasada en la cena cuando salió el tema de la "desgranada". Por no hablar de esos últimos redundantes minutos, supongo que necesitaban rellenar...

Así, para mí esta fue "una historia más", como tantas vistas antes, interesante más por el planteamiento, por lo que te puede hacer pensar, que por la historia en sí. Y el ejemplo perfecto es la mejor escena del episodio, la del polvo matrimonial.


En resumen, una propuesta interesante, buena, que recomiendo no perderse (y más ahora que la estrenan en España, el próximo lunes), pero no taaaaan estupendísima como la venden. De hecho, con lo que me quedo más que nada es con la interesante metáfora del título. Y si aún no sabes a qué se refiere eso del "Espejo negro", prueba a apagar unos segundos el monitor, teléfono, o donde sea que estás leyendo esto... y no dejes de mirar a la pantalla ;)