sábado, 30 de julio de 2011

Semana de descanso (I)

En unos minutos, cuando den las 12 de la noche, comenzaré un experimento, una apuesta conmigo mismo. Se me ocurrió hace un par de semanas, sin más, y según fue dando vueltas en mi cabeza más me gustó:

No ver ninguna serie durante una semana.

Parece un reto sencillo, pero en las dos semanas que llevo anotando lo que veo en la web Miso, resulta que he visto un total de 85 episodios. Eso hace poco más de 6 episodios diarios. Obviamente, no veo tantos episodios todos los días, hay días que sólo he visto uno o dos, y otros que me he debido ver diez.

¿Por qué esta decisión? Principalmente, para despejarme un poco. Cuando empecé este blog, estaba viendo 30 series. Desde entonces, decidí ir recortando poco a poco el número, y se puede decir que lo he conseguido. En los últimos días he terminado con Doctor Mateo, la séptima temporada de The Office, la tercera de Flashpoint, y la quinta The Shield, con lo que, aún dejando las siguientes temporadas de esta última en la lista, el número de series que estoy viendo se queda en 12, un número muy reducido para lo que acostumbro.

(A modo informativo, y por orden alfabético, estas doce son: Ángel o demonio, Futurama, Glory Daze, Los vengadores (serie de dibujos), Monk, Mr. Sunshine, NCIS, Pequeñas mentirosas, Reglas de compromiso, The Batman, The Shield y Wallander)

También está esa sensación que tengo a veces de que mi vida se basa en trabajar y ver series, y otras actividades quedan en un segundo plano. Así pues, me tomaré esta semana como desintoxicante. ¿Qué haré con todo ese tiempo extra? Procuraré ver algunas películas, que tengo bastante abandonado el llamado séptimo arte (de hecho tengo DVDs comprados hace un año aún sin desprecintar), me pondré al día con algunas de esas tareas que se van dejando y dejando, quizás lea ese libro que lleva unos meses tirado sobre la mesa del ordenador, y seguramente vaya publicando alguna cosilla más en este blog. Que por cierto, una de mis intenciones al abrirlo era soltar curiosidades que iba descubriendo en las distintas series, y todavía no he puesto ninguna.

Si el experimento me gusta, quizás repita más a menudo, una vez al mes, o tal vez lo alargue (salvo excepciones puntuales) a todo agosto. Ya se verá. Lo cierto es que no sé cómo será despertarme mañana y no ponerme un episodio mientras ojeo las novedades en internet, o qué cambios notaré según pase el tiempo. ¿Mutaré? xD

Alguno se preguntará: ¿por qué empiezas un domingo y no el lunes? Que además, es día 1. Pues porque el día 7 es para mí un día significativo, y ese día quiero ver unos episodios de.... bueno, ya lo contaré en su momento, jeje. De hecho, había pensado en que la semana del experimento fuese la del 8 al 14, pero el ir terminando tantas series, entre otros motivos personales, me ha impulsado a hacerlo ya.

Una nota final: tengo previsto hacer público el lunes este rinconcito en el que escribo, con el cambio de mes y esas cosas. A ver cómo funciona la cosa...

¡Y allá vamos!

miércoles, 27 de julio de 2011

Abandonos

Partamos de una base: soy asquerosamente completista. Cuando empiezo algo, o lo dejo a las primeras de cambio o me cuesta horrores dejarlo. Por eso mismo, en mi estantería se encuentra (aún sin desprecintar) un DVD de "Indiana Jones y la película que nunca debieron hacer", o sigo descargando episodios y más episodios de todos los CSIs con la ingenua idea de que los veré algún siglo de estos, habiendo abandonado la franquicia cuando CSI: NY aún estaba dando sus primeros pasos.

Pero todo tiene un límite, y más en épocas en las que echas un vistazo a todo lo que tienes por delante, las series aún por estrenar (Sons of Anarchy, Treme...) o en pausa indefinida (Breaking Bad, Fringe...), momento en el que tienes que plantarte y decirles a algunas "Hasta siempre".

Eso también me lleva a una pequeña reflexión que me he hecho más de una vez, y es que hay ocasiones en las que, metido en el maremagnum, parece que algunos vemos series por cubrir el expediente, por tener otra muesca en nuestro revólver, o por hacer un más check-in en Miso, esa red social de visionado de series. Sé de gente que ha dicho en mitad de una conversación (vía chat) cosas del palo "me voy a ver House, que hoy toca" o "que se me están acumulando". ¿Cómo que hoy toca? ¿Es que si no cumples con el calendario te caerá como castigo ver 100 episodios de Pasión de gavilanes? Igualmente, en ocasiones me he encontrado viendo series una tras otra tras otra con desidia, casi como por decir "ya la vi", aunque luego ni recordase de qué iba. Y desde luego no es eso.

Así, cuando no me apetece ver nada, procuro no ver nada, y ver sólo lo que me apetece en cada momento. ¿Que se me acumulan sin ver 10 episodios de Castle? Pues nada, ya los veré cuando me sienta con ganas de ellos. Y no pasa nada. El problema es cuando pasan los meses, y las ganas de ver algo no es ya que no lleguen, es que se reducen aún más. Cuando, pese a ese afán de aferrarme a las cosas, mi pequeña parte racional me pide a voces que me baje del carro, que no tiene sentido seguir. Y así, llegamos por fin al punto del que quería hablar: series que he abandonado. Aquí van:

Anatomía de Grey: la dejé a los pocos episodios del comienzo de la 7ª temporada, pasaban las semanas y seguían amontonándose los episodios sin la menor gana de acercarme a ellos, y es que ya cansa. De hecho, debería haberme bajado del barco en la temporada anterior, pero me contuve. Es una serie DE adolescentes. Sin peros. Creciditos, pero adolescentes igualmente. Y una o dos únicas descargas dramáticas de gran calado por temporada no la salvan. De hecho, el supuestamente grandioso final de la 6ª temporada a mí me dejó bastante tibio; básicamente lo que hicieron fue limpiar del reparto a casi todos los nuevos que habían metido, y dar un par de golpes de efecto.

Glee: el hecho de conocer gente muy fanática de ella me impulsa a darle otra oportunidad, pero es que los primeros episodios de la segunda temporada fueron taaaan malos... y por lo leído, tampoco es que mejore mucho la cosa: una temporada sin rumbo, que si ahora estoy contigo, que si ahora no, que si hoy cantamos canciones navideñas, y luego el tema es el sexo... vamos, como la primera temporada, pero más perdidos y sin el efecto novedad.

Undercovers: quizás aquí no vale hablar de abandonos. Sólo aguanté dos de los trece episodios que finalmente duró. Pero en casos así, en los que toda la serie tiene menos de una quincena de episodios, acostumbro a vérmelos igualmente por ese completismo ya mencionado, a poco que la cosa no me espante. Y espantarme no, pero aburrirme, bastante. Salvo por un par de momentos de acción y por la curiosa ambientación española del primer episodio, mezclando detalles reales (Caja Madrid... ¿acertaron por casualidad?) con otros grotescos (ver cartel en el fotograma de debajo), el episodio me resultó de lo más plano y previsible. El segundo no mejoró, así que nada, a la basura.



Weeds: Su anterior temporada, la cuarta, me resultó inferior a las anteriores. El cambio de escenario no terminaba de gustarme, y en ésta encuentro esos problemas acentuados. Se supone que esto es una comedia, y de hecho no es que haya hecho un viraje hacia el drama, sino que, para mí, ha perdido la chispa que tuviese. Vistos tres episodios de la 5ª temporada, encuentro que salvo ocurrencias ocasionales (como las hilarantes llamadas telefónicas a todos los conocidos de Celia), las situaciones son de lo más sosas. Veo a sus personajes perdidos, sin rumbo ni una base sólida sobre la que asentarse, y saber que me quedan al menos dos temporadas más por delante no ayuda. Al contrario, si supiese que la serie había terminado ya, pues tiraría adelante hasta el final, esperando un cierre apropiado, pero así se le quitan a uno las pocas ganas que le quedan.

Las chorradas de mi padre: Un caso curioso. La serie está basada en una cuenta de Twitter en la que un tipo ha ido soltando frases que soltaba su padre, chistosas unas, vergonzantes otras. Pese a un origen tan actual, la serie parece haberse hecho hace como veinte años, cuando las sitcoms estaban viviendo una época dorada, y se multiplicaban las comedias familiares de risas enlatadas. El problema, aparte de que los tiempos han cambiado, es que no nos encontramos con algo surrealista y con la complicidad del espectador como fue El Príncipe de Bel Air, o de humor tan estudiado como Frasier, no; esto es más un Vivir con Mister Cooper cualquiera, que puede (o no) ser divertido, pero no deja de ser algo del montón. Y así nos encontramos con chistes trasnochados que lo mismo eran divertidos leídos, pero representados, o casi más bien recitados uno tras otro, pierden su valor.

También tengo colgando de un hilo la española Ángel o demonio, pero el estar ya cerrada juega a su favor, así que por ahora más bien está en pausa. Seguiremos informando.

martes, 26 de julio de 2011

Rizzoli y... por ahí anda Isles

Diez episodios. Es una buena medida para poner a prueba una serie. No son ni los escasos seis episodios (escasos para los términos estadounidenses, porque los británicos hacen maravillas en "tan poco" tiempo) de algunas ni los en ocasiones excesivos trece de otras, en los que les da tiempo de perderse y aburrir al personal varias veces. Diez... o quizás incluso ocho, parece un número correcto para empezar a demostrar lo que pueden dar de sí un planteamiento y unos personajes concretos. Además, un número así anima más a hincarle el diente, presuponiendo terminar al menos este primer recorrido.

Rizzoli & Isles es una serie veraniega que dispone de uno de esos acortados trayectos para desenvolverse. Y me alegro de que así sea, de que no haya tenido oportunidad de perderse en casos banales durante más de una veintena de episodios. Basada en una serie de libros de una tal Tess Gerritsen, lo protagonizan una detective de policía (Rizzoli) y su amiga forense (Isles), y por lo poco que me he informado sobre las novelas, el personaje de Isles no aparece hasta la segunda de ellas, y quizás ahí radique parte del papel levemente secundario que tiene en la serie.

Así, mientras con Rizzoli tenemos flotando por toda la serie su ambiente familiar (¿soy el único al que le resulta extraño ver a Chazz Palminteri como fontanero padre de familia?), sus compañeros de trabajo, incluso sus ocasionales romances y su pasado con "El Cirujano", de Isles, salvo en dos episodios más centrados en ella, sólo tenemos apuntes muy sueltos, una cena romántica por aquí, una tortuga por allá... Vale, su propia personalidad y su pasado "muy a lo Bones" juegan a favor de que no haya mucha gente a su alrededor, pero podrían meterle un ayudante de laboratorio colado por ella, o unos entrañables vecinos (como la de Rizzoli del piloto) preocupados por ella. En cambio, la mayor parte del tiempo aparece a la sombra de la detective, bien como suministradora de información sobre el caso, bien como su amiga rarita, y a veces como ambas cosas a la vez, siendo la policía casi siempre el motor de la historia.

Y es que incluso en la cabecera de la serie aparecen un poquito más las fotos de Rizzoli que las de Isles. Y hablando de la cabecera, y de la serie en general, me parece un gran acierto el modo en que utilizan la ciudad de Boston y todo lo que la envuelve: el estrangulador, la maratón, la mafia irlandesa... Creo que desde la primera temporada de Crossing Jordan (curioso, otra serie con el apellido de una forense en el título) no había visto otros títulos de crédito con tan buen ritmo de violines.

Un inciso: Corren por ahí interpretaciones acerca de un supuesto subtexto lésbico entre las dos protagonistas, pero yo, salvo en el "episodio de las lesbianas", no vi nada más allá de una amistad. Pero claro, yo soy de los que también veía amistad entre Mulder y Scully mientras otros veían hasta sexo, así que no creo que sea el indicado en detectar y analizar esas cosas.

Sobre la serie en sí, no ha estado mal. Tras un primer episodio interesante, pero sin más, llegaron unos cuantos que se movían por el procedimental común, con casos variando entre lo soso y lo entretenido. Y entonces, en la segunda mitad de la temporada, parecen empeñados en cambiar el modelo que apenas estaban empezando a montar. Primero vino el séptimo episodio, mi preferido de toda la tanda, en el cual, utilizando como punto de partida la ya mencionada maratón de la ciudad, evento que reune cada año a más de 20.000 corredores, por no hablar de las familias y espectadores, crea un episodio tenso, dinámico, y desde luego distinto a los anteriores. Los dos siguientes episodios también se desmarcaban con tramas que pillaban de cerca primero a una y luego a la otra protagonista.

Y entonces nos encontramos con el episodio final... que funciona como metáfora de toda la temporada: estuvo bastante bien, pero dejaba que desear. Si bien tuvo momentos verdaderamente emocionantes, y se permitieron algunas licencias quizás un pelín atrevidas para una serie en otros aspectos más "blanca" o ligera, también hubo momentos en los que el ritmo y la tensión se perdían. Por no hablar de que hay detalles, como cierta amenaza de un detective a su teniente, que parecen impropios de personajes aún en pañales, como si nos hubiesemos perdido parte de su caracterización (lo mismo hace falta leerse los libros para conocerles mejor).

Así y todo, es una serie recomendable, que pese a sus fallos apunta maneras, y a la que merece la pena darle tiempo a ver cómo evoluciona.

martes, 12 de julio de 2011

Otra ciudad, los mismos crímenes


He terminado de ver hace unos días la única temporada de Detroit 1-8-7 (para quien no lo sepa, 1-8-7 es el código policial del asesinato... según el código legal californiano). Se trata de una serie policiaca más, pero que intenta no ser una más. Ya de partida se desarrolla en una ciudad poco transitada en televisión, y tiene un personaje peculiar al frente, el "raro" detective interpretado por Michael Imperioli, actor recordado por su papel en Los Soprano. Junto a él, un compañero novato, frecuente objetivo de sus bromas y rarezas (como llamarle por teléfono teniéndole enfrente), y otras dos parejas de detectives, más una protectora capitana, formando un grupo lleno de camaradería. En cada episodio suele haber dos casos, uno para una de las parejas de detectives, y otro para las otras dos, mientras vamos conociendo pequeños apuntes de sus vidas personales que enriquecen mínimamente el relato.

La serie tiene una potente sintonía (aunque desentona con el tempo generalmente más pausado de la historia), una banda sonora plagada de temas de la Motown (quizás el mayor rasgo diferenciador con respecto a otros policíacos) apoyada por un rodaje en las calles de la propia Detroit, y algunos buenos momentos, como la intensa persecución del comienzo del episodio 11, que apuntan maneras, mostrando un potencial que no llega a aprovechar. Porque se queda a medio gas, buscando ser diferente, pero anclada en casos más o menos rutinarios, sin que los personajes terminen de enganchar, y con un estilo visual muy parecido, pero menos mareante, que el que ya desgastase Policías de Nueva York.

Baste como ejemplo un apunte sobre el mencionado 11º episodio: hay, como suele ser habitual, dos casos. Por un lado, el asesinato de una estrella de Hollywood; por el otro, la muerte de un ¿sin techo? (nombre poco apropiado puesto que vivía en un edificio abandonado). Pues bien, lo "lógico" o realista hubiese sido que, dada su trascendencia, la mayor parte de los detectives se encargasen del primer homicidio, pero resulta ser al contrario, trabajan en él sólo dos, frente a los cuatro que llevan el caso del "hombre de hielo". ¿Un intento de los guionistas de ser políticamente correctos, de decirnos que independientemente de quién seas tu muerte será investigada con la misma o mayor importancia? Tal vez, pero yo no vi nada que apuntase en esa dirección. Ni una palabra, o la menor sugerencia de un mensaje social implícito. De hecho, no hay ningún momento (ni en este, ni en los demás episodios) en el que se repartan los equipos según ningún criterio, aunque sí que hablan de la importancia del primer caso para la ciudad. También podrían haberlo hecho al revés, y hacer un poco de crítica social al respecto, pero no. Ocurre, y ya está.

Y así con toda la serie hasta llegar al final. Merece la pena verla si te gustan mucho los policíacos, pero es evidente que no ha sabido sacarle partido a su premisa. Me quedo con sus contundentes episodios finales, en los que varias tramas subterráneas saltan a primer plano, y en los que mejora en casi todos los aspectos, pero sigue flojeando, amagando y sin apurar las posibilidades que contenían tanto el formato como la historia, apuntando ambigüedad moral para luego dejarla correr en un final por lo menos satisfactorio.

Una lástima.

lunes, 11 de julio de 2011

Abogaaado, ¿estás ahí? Abogaaado

Desde los tiempos de Perry Mason, muchas han sido las series de abogados existentes. De las que he visto, curiosamente, las dos que más he disfrutado tienen el mismo nombre detrás, aunque son muy diferentes: El Abogado, en drama, y su spin-off Boston Legal, en comedia.



Pero hoy no toca hablar de ellas, sino de otras más recientes que he terminado en las últimas semanas:


Ganando el juicio (Raising the Bar)

La última serie del creador de dos grandes clásicos como La Ley de Los Ángeles y Canción triste de Hill Street, por no hablar de Un médico precoz, Murder One o Policías de NY. Aquí aporta un punto de vista un poquito diferente: se centra en un grupo de amigos formado por tres abogados de oficio, dos fiscales, y el secretario judicial de una jueza. Por el día se enfrentan entre sí, pero por la noche toman unas cervezas juntos en un bar, generalmente discutiendo los mismos casos.

Junto a ellos, sus superiores (la maternal jefa de los defensores, el incisivo ayudante del fiscal del distrito y la mencionada jueza) conforman un marco supuestamente completo del ámbito judicial, pero eso sí, bastante parcial. Así, gran parte del peso de la serie cae sobre los idealistas defensores son los protectores de los débiles, y de hecho, casi nunca defienden a un verdadero criminal (¿será que los "delicuentes de carrera" ganan suficiente como para no necesitar una defensa gratuita?); por contra, los fiscales, aunque no sean corruptos, usan cualquier treta posible para conseguir condenas, en ocasiones incluso negando la evidente inocencia de los acusados, y la jueza es una arpía más interesada en imponer su poder que en ser justa. En la segunda temporada se añade otro juez, cuando menos peculiar, que junto a la alguacil de su sala aportan cierto toque cómico, pero sin exagerar.

Por eso, me gusta en particular la solución que le dan a uno de los casos del penúltimo episodio, igualando ambas partes en un punto medio de conciliación. Por contra, rescato este diálogo referente a un juicio del mismo episodio:

Defensor: Estás destrozando una familia.
Fiscal: Pasa todos los días.

En general se trata de una serie entretenida, fácil de ver, sin demasiado énfasis en el drama (de hecho, incluso hay alguna muerte que "simplemente pasa", sin apenas emoción), pero muchas veces echo de menos cierta continuidad, aparte de la relativa a las relaciones personales de los personajes. Al acabar cada episodio, los casos quedan invariablemente atrás, y si bien nunca tienen un final particularmente abierto, en más de una ocasión me ha dado la impresión de que la trama quedaba coja, sin una resolución real. De todas formas, pese a sus defectillos, merece la pena para pasar el rato.



Los defensores

Dos abogados caraduras en Las Vegas. Sin más. Sigue valiendo mi breve comentario anterior: le faltaba chicha, personalidad. Ni siquiera en su último episodio, en el que, como su título sugiere, se enfrentaban los dos protagonistas, se veía la ácidez necesaria para una serie judicial tan supuestamente "socarrona" (o lo mismo es que Boston Legal ha puesto el listón demasiado alto). Es simpática, pero si al segundo episodio no te ha entusiasmado, los siguientes son más de lo mismo, así que mejor dejarla para no perder más tiempo. Ni en comentarla.


Harry's Law

He dejado para el final las dos que no han sido canceladas. Por un lado tenemos la nueva serie de David E. Kelley, el mismo creador de las dos series que comentaba en la introducción. También le falta algo, pero con añadidos como el del personaje de Christopher McDonald (al que acababa de ver en otra de abogados, Leyes de Familia) parece empeñada en mejorar. Ya se habla de ciertos cambios de cara a la segunda temporada, y aunque dudo que con la base que tiene llegue al nivel de sus predecesoras, espero que llegue a encontrar su voz.



Kate (Fairly Legal)

Abogados... y mediaciones. Aquí rara vez hay juicios, puesto que su protagonista dejó la abogacía para dedicarse a la mediación, esto es, juntar a partes enfrentadas y lograr un acuerdo extrajudicial. En otras palabras, hacer de árbitro, buscando un punto común de entendimiento. Así, vemos disputas por plazas de aparcamiento,

Dejando de lado que en un primer momento me costó ver a Sarah Shahi en un registro tan distinto al que interpretó en la estupenda Life, la serie está bastante bien. Entretenimiento blanco, para toda la familia, pero sin caer en ñoñerías, y el secretario friki es un buen punto, aunque cuesta acostumbrarse a su hipnotizante peinado.

Ahora bien, si la encontré refrescante al principio, en su desarrollo ya tiende a volverse un pelín rutinaria, demasiado centrada en la personalidad de la protagonista, a la que no encuentro tan fascinante como para llevar tanta carga.

Además, la serie es víctima de una emisión evidentemente desordenada en sus apenas 10 episodios, con personajes que aparecen y son presentados dos episodios después, subtramas que saltan y retroceden en sus progresos...

Por lo que he leído también le van a dar un giro en su segunda temporada; allí estaré para ver por donde salen.



Me faltaría hablar de The Good Wife, pero como ya dije, la considero más una serie con abogados que de abogados. Y además, parece que todo el mundo habla ya de ella en la blogosfera.