lunes, 8 de agosto de 2011

Semana de descanso (II)

Se acabó. Anteanoche terminé esa condena autoimpuesta durante la cual no me permití ver series, y la he cumplido sin problemas, más allá de unos casi inevitables minutos de Amar en tiempos revueltos que pasaron, más por mis oídos que ante mis ojos, a la espera de que mi madre terminase de verla.

La cuestión es que no me siento, como imaginé antes de empezar, con ninguna ansiedad de ponerme episodios, ni siquiera de aquellos relatos llenos de continuidad que dejé inacabados. No voy a negar que en alguna ocasión he echado de menos o he tenido ganas de seguir con las peripecias de Vic Mackey (The Shield), o de Monk, por poner dos ejemplos, pero han sido las menos, y por lo general no cuando estaba en casa, disfrutando de otras formas de entretenimiento. De hecho, la primera película con la que me puse, Slither, me dio ganas de retomar una serie, y no por tener a Nathan Fillion de protagonista, sino por el ligero parecido que encontré entre el personaje de Michael Rooker y el profesor que encabeza Breaking Bad:


Y si bien el domingo sí sentía algo así como el mono de series, y llegó un momento en que parecía que iba a sustituir las series por películas, pronto me quedó claro que no me apetecía cambiar una "adicción" por otra, y de ahí pasé con naturalidad a ejercitar algo tan evidente, pero de lo que muchas veces, metido en la vorágine de mil temporadas a medio ver, no me doy cuenta, que es hacer con mi tiempo libre sólo cosas que me apetezca en cada momento. Como si me apetece sólo sentarme y pensar. Y así hay días que han dado las nueve de la noche y parece que no he hecho prácticamente nada, pero me ha dado igual, he vencido esa obsesión por estar haciendo/viendo mil cosas.

Por otro lado, la semana ha sido bastante propicia: he tenido bastante trabajo, a veces hasta estresarme, y luego un encontronazo personal propició que me alejase también de otra de mis rutinas diarias. Así pues, y rescatando una carpeta llenita de mp3s del disco duro de mi antiguo portátil (hacía mucho que no escuchaba tanta música en casa), dejé pasar los días entre canciones largo tiempo aparcadas, una ración de prácticamente una película diaria, alguna que otra buena conversación, y horas relajantemente vacías.

El libro que comentaba hace una semana sigue, sin tocar, sobre la mesa, pero en cambio, me he metido con una relectura pausada y detallista de V de Vendetta, una obra más que interesante, sobre todo en estos tiempos que vivimos, con Anonymous usando la misma máscara de Guy Fawkes, leyes que recortan derechos, y la policía a veces más cercana a esos Fingermen que imaginó Alan Moore que a los personajes con corazón de Turno de Guardia o Canción Triste de Hill Street (pero bueno, "la próxima semana hablaremos del Gobierno", como decían Tip y Coll).

Respecto a las series, que al fin y al cabo es de lo que trata el blog, salvo los episodios de Expediente X de estos días, sigo sin ver nada, y de momento no tengo intención de seguir, al menos al ritmo que llevaba antes. He decidido seguir a dieta de series al menos lo que queda de mes, y cuando digo dieta me refiero a algo no tan restrictivo como esta pasada semana. Quizás prosiga con dos o tres series, pero con calma, con un visionado más ocasional que constante. Es decir, ver cada episodio como una ocasión especial, no uno más en una larga, casi interminable ristra. Esto probablemente también implique dejar algunas series en el camino y quedarme con las que más me llenen, pero sin arrepentirme de haber visto tantas, porque al fin y al cabo, por muy frase manida que sea, en la variedad está el gusto, y sigo creyendo que viendo cosas malas y mediocres puedes valorar mejor lo bueno.

Y ya puestos, creo que me voy a animar a revisionar (y en algunas ocasiones, comentar aquí) algún que otro episodio de series ya vistas, algo que, dado el volumen de lo que tengo por ver, rara vez hago.

No hay comentarios:

Publicar un comentario