martes, 17 de mayo de 2011

Se acabó la sesión

Esta es una entrada que había pensado escribir hace dos semanas, cuando acabé la segunda temporada de En Terapia. Aunque de todas formas, mi opinión sobre ella no ha cambiado, y se resume en cuatro palabras: no era el momento.


Hace unos días le recomendé a un amigo la serie. Aunque se fía muchísimo de mi criterio, en un primer momento, conociendo sólo el título y el argumento no le convencía, pero cuando le hablé de su estructura, ya pareció más interesado. La cosa es que mi amigo vive con su novia, y por un momento me pregunté algo sobre lo que ya había pensado anteriormente: ¿es ésta una serie para ver en compañía? Dado el impacto emocional que en ocasiones supone, a mí me costaría verla acompañado, necesitaría que la(s) persona(s) con la(s) que la compartiese fuese(n) muy íntimas. Y aún así no sé si me atrevería a verla con más gente, quizás en parte por ese estúpido orgullo masculino del que también se hacen eco algunas de las terapias, aunque también por miedo a que aquello que me emocione deje fríos a mis posibles acompañantes.


Igualmente, considero que es una serie que hay que ver con el ánimo adecuado, no ya el del momento de ver el episodio, sino sobre todo el momento emocional que uno esté viviendo a la hora de afrontar la temporada. Y yo no escogí bien. O bueno, más bien las circunstancias no fueron. Terco de mí, decidí seguir adelante, y en la que seguramente fue mi peor Semana Santa, afectado por una muerte "cercana", me tragué nada menos que 25 episodios... terapia de choque sin duda. Dejé pasar el tiempo antes de encararme con los 10 finales, pero el "daño" ya estaba hecho, y la nueva tanda de pacientes no me entraron como lo hicieron aquella Sophie o aquel matrimonio en crisis. Incluso los enfrentamientos entre Paul y Gina la mitad de las veces se me antojaron repetitivos de lo ya vivido. Los encontré buenos, muy buenos, claro está, pero... no me "entraron", no compartí las pequeñas catarsis, los grandes descubrimientos, la fuerza de unas emociones finalmente desentrañadas. Aunque también es cierto que en esta segunda ronda el recorrido emocional no lo he encontrado tan preciso como el año pasado, sobre todo en los casos de Oliver y Mia. De hecho, algunos finales no han parecido tales, sólo un punto y seguido que habría que retomar en una siguiente sesión.






SPOILERS A PARTIR DE AQUÍ


Y así, la historia de Walter, el "caso" que más me ha convencido este año, se cierra como un "vamos a empezar desde aquí la verdadera terapia", con lo que lo visto hasta ahora parece un mero prólogo. Y si bien ha habido un gran momento de derrumbe emocional, a mí me pilló tan desprevenido que no supe asimilarlo, y en consecuencia me dejo algo frío.


Por otro lado, April, para mí el personaje más complejo, con su contradicción fragilidad/independencia, "digo que no quiero ayuda pero la pido en silenciosos gritos", abandona a Paul en un cierre quizás más afinado que el resto, pero siento igualmente que hacían falta al menos una o dos sesiones más, que todavía había algo por debajo que descubrir, aunque lo ya expuesto diese sentido a ese alma rota.


Pero vuelvo a lo dicho al principio, considero que el problema de esta temporada ha sido no haberla visto en el momento adecuado. Quizás mi propia necesidad de una gran resolución haya perturbado mi visión de las resoluciones parciales que han vivido estos personajes, y así, lamentablemente me ha sabido a poco.

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