lunes, 23 de abril de 2012

Espejo, espejito negro...



No sin retraso, como no podía ser de otra manera viniendo de mí, paso a analizar esta ¿miniserie? británica tan alabada por la crítica, pero que a un servidor, pese a no disgustarle, no le pareció para tanto. ¿Tan escasos andamos de buenas propuestas que a la mínima que alguien se sale de lo habitual ya hay que encumbrarle? ¿O es que me he vuelto demasiado exigente? De hecho, Charlie Brooker, el autor de esta obra ya fue (en mi opinión, claro está) excesivamente alabado por un trabajo anterior, Dead Set, aquella miniserie que mezclaba una plaga zombie con el programa Gran Hermano, pero en la que una vez asimilado el planteamiento te quedabas con un relato más de muertos vivientes, incluso con un final que se me antojó demasiado absurdo incluso teniendo en cuenta los descerebrados que frecuentan ese reality.

En este caso, nos encontramos con tres episodios, tres historias completamente independientes que hablan de tecnología, pero también de las personas que la usamos, y que son más interesantes por las ideas que plantean que por lo que realmente cuentan con ellas.



The National Anthem (El himno nacional)


La historia menos futurista de tríptico, tanto que podría suceder hoy mismo y me es imposible considerarla de ciencia-ficción. Un secuestro, una petición de rescate extravagante, y el (esperemos) imparable mundo interconectado a través de internet como punto focal que impide que el gobierno resuelva las cosas "a la antigua", en secreto, pero que a la vez dificulta la resolución. Videos virales, comentarios en redes sociales, periódicos online... cosas que algunos ya conocemos en mayor o menor medida como parte de nuestro día a día, en un relato que evidencia que las reglas del juego de la información han cambiado, todo ello mezclado con la fascinación morbosa tan propia del ser humano por mirar incluso lo que nos repugna. Intenso en términos generales, peca no obstante de varios bajones de ritmo (ese innecesariamente largo asalto del equipo de rescate...), por no hablar de un final un tanto abrupto, que dificulta asimilar lo sucedido en los últimos compases. No obstante, es casi con seguridad el mejor de los tres episodios.



15 Million Merits (15 millones de meritos)


Mi episodio favorito, una distopía en la que los trabajadores (¿casi toda la población? ¿sólo la clase obrera?) viven y trabajan en el mismo microuniverso automatizado, una suerte de Gran Hermano no tan diferente de nuestro día a día como pudiese parecer, sustituyendo el dinero por créditos (los "méritos" del título) que van ganando según su rendimiento creando energía, para gastarlo a continuación, o al mismo tiempo, en comida, pasta de dientes o entretenimiento, día tras día tras día, casi todo el tiempo delante de una pantalla. Es una historia sin grandes sorpresas, pero bastante conseguida, a la que en ocasiones le faltaría algo de sutileza, que mezcla ese ambiente de alienación del individuo con una evidente crítica de la mal llamada telerrealidad, a través de concursos en los que humillan a gente obesa, o programas que con la excusa de buscar talentos se ceban con los aspirantes a estrellas (recordemos el éxito en España de Risto Mejide).

Un detalle: tras la cámara está Euros Lyn, el director de esa maravilla de la ciencia-ficción que fue la miniserie Torchwood: Children of Earth.



The Entire History of You (La completa historia de ti)

El más flojo del trío. Me dio la impresión de estar viendo un episodio de The Outer Limits alargado, y salvo por el CGI, bien podría haberse hecho hace treinta años, uno de tantos relatos en los que simplemente cuentan la historia minimalista/melodramática que quieren a través de un único "avance" tecnológico, pero dejando el resto del mundo igual. Toda la tecnología que vemos se basa en el Grain, no hay más, los jefes siguen escribiendo en papel, las cocinas, los coches, tienen pinta de no haber cambiado en nada, incluso hay un cierto ambiente retro. Tampoco es que pida que recreen un mundo entero (como casi parecía hacer el anterior episodio), bastaban pequeños detallitos aquí y allá que me hiciesen más realista ese mundo. Yo qué sé, pagar a la niñera con una transferencia electrónica, que los jefazos usasen tablets para la revisión, ALGO. Pero es que si mi implante no me falla, la tecnología más moderna fuera del Grain (y este concepto incluye los televisores) eran los bolígrafos.

Luego están algunos detalles que me fuerzan a llamar vago y tramposo el guión. Por ejemplo: la excusa barata y forzada de dejar a la niñera para tener un "testigo" a la mañana siguiente. O lo de los rebobinados en el control del aeropuerto. ¿Qué pasa con los que no tienen Grain? ¿No pueden volar, hay otra fila para ellos...? Me hubiese gustado saberlo, y bien podrían haberlo comentado aunque fuese de pasada en la cena cuando salió el tema de la "desgranada". Por no hablar de esos últimos redundantes minutos, supongo que necesitaban rellenar...

Así, para mí esta fue "una historia más", como tantas vistas antes, interesante más por el planteamiento, por lo que te puede hacer pensar, que por la historia en sí. Y el ejemplo perfecto es la mejor escena del episodio, la del polvo matrimonial.


En resumen, una propuesta interesante, buena, que recomiendo no perderse (y más ahora que la estrenan en España, el próximo lunes), pero no taaaaan estupendísima como la venden. De hecho, con lo que me quedo más que nada es con la interesante metáfora del título. Y si aún no sabes a qué se refiere eso del "Espejo negro", prueba a apagar unos segundos el monitor, teléfono, o donde sea que estás leyendo esto... y no dejes de mirar a la pantalla ;)

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